La fragilidad de su aspecto, delgado y sin todavía musculatura, contrasta con la robustez y fortaleza de su interior, la determinación de su carácter y la grandeza de su corazón. Sonríe. Sonríe siempre, aunque no entienda ni le entiendan. Pero no es por disimular su sordoceguera, sino por su afán de adaptarse y salir de la sombra. Es un sí a todo. Su fuerza de voluntad, sus ganas de hacerse ver y hacerse oír le llevaron a hacerse viral en plena pandemia al grito de Resistiré en lengua de signos en medio de la mayor crisis que haya vivido España y el mundo en décadas, o, más recientemente, con el himno del Cádiz CF, muestra de su afición al fútbol, su verdadera pasión. Antonio Jiménez, Antoñito, se mantiene firme y erguido por las calles de Algeciras, por más que pese su mochila, que pesa, ante una vida que no se lo está poniendo nada fácil.
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