La sangre es un vehículo transmisor que no solo transporta células que a su vez transportan oxígeno que combaten enfermedades infecciosas, sino que también transporta información de una célula a otra, de un tejido a otro, incluyendo el cerebro.
Una investigación de la Universidad de Stanford determina que las transfusiones de sangre joven a un individuo de mayor edad puede no solo detener el envejecimiento neuronal sino revertirlo, minimizando el riesgo de sufrir enfermedades neurodegenerativas.