El paisaje de Las Tres Mil Viviendas de Sevilla es el de un espacio urbano vacío, desnudo y casi muerto. Con calles desiertas de peatones, autobuses que cruzan sin pasajeros, edificios sin cerramientos, inacabados, al aire, montones de basura en las esquinas y abundante ropa tendida como principal signo de rutina. Solo el único pasaje comercial del barrio parece atraer el movimiento de personas. Como si la vida girara en torno ahí. En torno al quiosco de prensa que hay fuera, las entradas y salidas de la compra, el café, la charla con los vendedores de la ONCE que, con sus chalecos verdes y amarillos, arrojan un remanso de color y paz a una estampa más propia del
blanco y negro. En el barrio más pobre de España, los vendedores ejercen,
más que en ningún otro sitio, como auténticos centinelas de la ilusión.
blanco y negro. En el barrio más pobre de España, los vendedores ejercen,
más que en ningún otro sitio, como auténticos centinelas de la ilusión.
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