Pasamos más de treinta años de nuestra vida durmiendo. Pero no es un desperdicio de tiempo. Si no dormimos, si no descansamos, perdemos vida, se acorta, y perdemos también calidad de vida.
El cerebro solo funciona a su pleno rendimiento si dormimos al menos seis o siete horas, en función de cada persona. Y nueve, por ejemplo, en el caso de los adolescentes.
Pero una de los nocivos efectos de la falta de sueño es la tendencia a la obesidad, disparándola más de un 50%.