Se le llama el síndrome de la vibración fantasma, y se calcula que afecta al noventa por ciento de los usuarios adolescentes de smartphones. Se debe a que, cuando introducimos el nuestro bolsillo el teléfono, y en la medida en la que emite estímulos visuales, táctiles y sonoros… nuestro cerebro tiende a identificarlo como una parte de nuestro propio cuerpo.